Han pasado más de dos mil quinientos años de historia desde los orígenes de la disciplina de la retórica y la vasta literatura al respecto no discrepa en señalar como su precursor al pensador clásico Empédocles de Agrigento, “filósofo con fama de mago”[1] y considerado por el mismo Aristóteles como el “verdadero fundador de la retórica”[2]. Sin embargo, no es hasta Córax y su discípulo Tisias que se crea la primera sistematización de la retórica y “un método y una técnica codificados”[3] como apoyo en los procesos judiciales para los litigantes por las tierras que fueron expropiadas en la época de las tiranías de Gelón y su sucesor Gerón I en la Grecia del siglo v a. C. Contexto del cual podemos inferir que la retórica surge como “arte y técnica del discurso persuasivo”[4] ante “polémicas públicas, la voluntad de conquistar el favor de la asamblea“[5], lo cual implica que “se sepa defender la tesis propia y demoler a los adversarios”[6]. Así, la retórica es la “expresión de la libertad de palabra”[7], lo cual “se opone al ejercicio autoritario del poder”[8]. Lo anterior origina el siguiente preceptivo de Córax y Tisias: “lo que parece verdad cuenta mucho más que lo que es verdad; de ahí la búsqueda sistemática de las pruebas y el estudio de las técnicas adecuadas para demostrar la verosimilitud de una tesis”[9]. Huelga señalar, que si bien los métodos retóricos de Córax y Tisias son ejercidos una vez derrocados los gobiernos autoritarios, el desarrollo intelectual y sistemático de la retórica como técnica para defender verdades fueron realizas “en tiempos de la tiranía”[10].

Lo fundamental aquí es constatar que la retórica surge al “cuestionar verdades”, tener los espacios de libertad para defender una proposición y disponer al juez a aceptar la tesis propuesta. Contrariamente ante una “verdad absoluta proponen otra relativa, funcional, contextualizada”[11]. Esta relatividad sofística es la que permite libertad de juicio y de elección, y se vuelve patente que nuevamente se le otorgue importancia a la retórica hoy por hoy, más aun si reconocemos el contexto occidental en que se globaliza el conocimiento por medio de Internet, donde en la actualidad y mayoritariamente prevalecen escenarios políticos democráticos (como lo fuera el sistema político de Pericles en los orígenes del ejercicio de la retórica); como también, ante sistemas económicos de libre mercado inspirados en la competencia del libre consumo ,y por último, del ejercicio de libertad de culto ante doctrinas religiosas, por nombrar sólo los cambios e intercambios más trascendentales. Estas revoluciones del escenario global también se evidencian en nuestro país.

Como resultado, ejercer discursos persuasivos implica asumir a priori audiencias libres de elección que se pueden manifestar a favor o en contra de lo propuesto. Asumiendo las condiciones para tal intercambio, es responsabilidad de los persuasores y persuadidos reconocer las variables que permiten una mayor o menor aceptación de sus mensajes o simplemente rechazarlos de plano.

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 19
[2] Ídem.
[3] Op. Cit. 18
[4] Op. Cit. 19
[5] Ídem.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Ídem.
[9] Op. Cit. 18
[10] Ídem.
[11] Jordi Berrio, Teoría social de la persuasión, Editorial Mitre, Barcelona, año 1983, Pág. 20.