Maturana en relación a la percepción manifiesta que “el modo de hablar sobre los fenómenos perceptuales y el operar del sistema nervioso en término de captación de información y formación de una representación del medio no es metafórico o didáctico, sino revelador de un paradigma explicativo que es biológica y epistemológicamente inadecuado, y que lo es porque sume que los cambios son determinados, de alguna manera, por éste”[1].
Los autores al determinar la estructura del organismo dan cuenta de que “el fenómeno de percepción, incluyen la presencia de un observador”[2]. A través de esta manera “la conducta de un organismo sería una descripción que un observador hace de una secuencia de cambios postuales (estructurales) que el organismo exhibe en relación al medio en que es observado”[3].
Por consiguiente, “lo que un observador mira u observa, al describir el fenómeno de la percepción en un organismo, es a un organismo en acoplamiento estructural con el medio, en continuos cambios estructurales que corresponden al dominio de interacciones de perturbaciones que su estructura admite como tales “[4], pues bien ”lo que hace el observador es distinguir en esta conducta ciertas regularidades del operar del organismo (conducta) en correspondencia estructural con el medio, señalándolas como distinción de un objeto”[5].
En referencia a este mismo tema Maturana y Mpodozis se refieren al organismo, señalando que es “sólo a través de los cambios conductuales que el observador distingue en un organismo en la contingencia de una perturbación dada, que el observador puede caracterizar tal contingencia con un ‘objeto perturbante’ y describirla como un objeto (algo independiente de) para el organismo”[6].
En una descripción realizada por el observador su capacidad de percepción, le permitirán realizar una adecuada investigación, con respecto a lo observado, señalando así que “el fenómeno connotado como percepción consiste en la configuración que un observador hace de objetos perceptuales que distingue en el operar conductual de un organismo, al describir las interacciones del organismo en correspondencia estructural con el medio”. [7]
Maturana, en función a la estructura interactiva de los seres vivos, sostiene que el “estudio de los fenómenos perceptuales como fenómenos cognoscitivos es, por lo tanto, el estudio de distintos momentos recurrentes del fluir estructural del organismo acoplado al fluir estructural del medio, como momentos de una historia de interacciones que implica conservación de la correspondencia estructural entre organismo y medio (Maturana y Mendoza, 1995, pág. 65 -68)”[8].
Esta connotación “es también aplicable a nosotros mismos como observadores. Por lo tanto, cualquier intento por explicar los fenómenos cognitivos como fenómeno que aludan a una realidad independiente del observador, es inválido por cuanto no considera el determinismo biológico (estructural) que abarca al observador en todo acto de distinción de objetos perceptuales, y también en sus explicaciones que, por medio de la recursividad del lenguaje, se da en los fenómenos que percibe”[9].
Este autor hace mención a la forma de ver la realidad, aclarando que “cualquier alusión a una “realidad” deba considerar la determinación estructural del observador y, por lo tanto, no puede aludirse a una realidad externa o independiente sin contradecir este presupuesto” [10] .
Es por este motivo, que una “distinción a priori entre percepción e ilusión es imposible: puesto que no hay una captación de un objeto externo en el fenómeno de la percepción, la distinción entre percepción/ilusión sólo se puede hacer a posteriori, y siempre en correspondencia a otra experiencia distinta”[11].
Por otro lado, ante el hecho que los “objetos perceptuales surjan como configuraciones conductuales. Así, el mundo de objetos perceptuales compartidos pertenece al ámbito (dominio) de las concordancias operacionales entre organismos. Esto sólo se da en la medida que los organismos generen y conserven su mutua correspondencia estructural”[12].
Es esencial considerar en el fenómeno de persuasión “la importancia del lenguaje; siendo el lenguaje un modo de vivir en la recursión de coordinaciones conductuales consensuales que se dan en la convivencia, y en el que surgen un mundo de objetos perceptuales, en el cual el observador surge como uno de ellos al surgir el lenguaje. Es el lenguaje donde se crean y recrean acuerdos acerca de los objetos, y también explicaciones acerca del mundo de objetos perceptuales”[13].
Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica
Autor: Christian Schaefer