El material lingüístico, como parte de la elocución, se refiere a los recursos de los que dispone el persuasor. Por un lado, a la “provisión de palabras”[1], y por otro, a la “provisión de esquemas”[2]. Las primeras corresponden a “desviaciones permitidas por el uso ‘recto’ de las palabras individuales [3](como) fenómenos de significación”; las segundas, a las [4]“’configuraciones’ o ‘esquemas’ expresivos” [5] (figuras). Este “doble repertorio de posibilidades enunciativas constituye su vocabulario o léxico (el conjunto de palabras que usa efectivamente) y el corpus de los recursos expresivos que caracterizan su estilo”[6].

Lo anterior no nos debe confundir con la gramática, pues a ella corresponden las

“’partes de la oración’ (nombre, verbo, adjetivo, preposición, adverbio…) y las categorías (como género, número, caso, tiempo, aspecto, modo, persona)” [7]; a la nomenclatura retórica incumben “…los marbetes aplicados a los procedimientos argumentativos, a la organización del discurso y a los elementos de los distintos planos (temático, estilístico, sintáctico, prosódico, etc.)”[8].

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 128.
[2] Ídem
[3] Texto entre paréntesis por el autor de la investigación.
[4] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 128.
[5] Ídem
[6] Ídem
[7] Op. Cit. 64
[8] Ídem