Como una manera de analizar los  sistemas visuales desde una perspectiva semiótica es necesario mencionar  que existe “una vieja tradición de los estudios semióticos que clasifica los sistemas de comunicación y de significación según el canal físico utilizado y el aparato receptor humano concernido”[1]. Los sistemas clasificados extienden tal canal, facilitando, por lo tanto la estructura del sistema lingüístico “mientras que la comunicación lingüística puede transitar tanto por el canal visual como por el auditorio”[2]. La selección de canales ligados entre sí, presentan un valor pedagógico y epistemológico. Mc Luhan, sostiene en su tesis que “el medio es el mensaje”[3], supuesto que para algunos teóricos no es más que una “fórmula polémica”[4], pues sostienen “que la toma en consideración de la materia es indispensable en la primera descripción de todo sistema”[5]. La importancia radica en el contenido semiótico, ya que para cumplir tal requisito  debe ser primero percibida y transitar por un canal.  Pues bien “sujeciones de toda índole- tanto físicas como fisiológicas – pesan sobre este canal e intervienen en la selección  de los elementos de la materia que van a ser hechos pertinentes; es decir, en el último análisis, en el establecimiento del sistema”[6].

    La estructura del verbo compone en esencia el código lingüístico, el que presenta la característica, por un lado de la linealidad, y por otro, la unidad de la lingüística. Por ello, “si la linealidad continúa siendo un concepto cardinal, el carácter discreto y arbitrario de las unidades del código permite hacer abstracción de las condiciones de lectura o de descodificación: la estructura semántica de un mensaje lingüístico es prácticamente idéntica si llega a través de los canales auditivos o visuales “[7]. Una de las características en el medio visual es “su potencia: permite encaminar 10 bits /segundo, es decir 7 veces más que el oído”[8]. Hay que considerar, sin embargo, que “esta cantidad debe ser simplificada y reducida antes de llegar a la conciencia, que no admite más que de 8 a 25 bits/ segundo  (Francke, 1977)”[9]. Es aquí donde se aplica la “Gestaltpsychologie,  la primera disciplina que vio y analizó los procesos mediante los cuales se operaba este trabajo de reducción”[10]. Los datos son procesados antes de llegar a nuestro cerebro.

    Es importante señalar que “las primeras transformaciones tiene por efecto transformar lo continuo y lo discontinuo”[11]. Por lo tanto hay que considerar un punto igualmente importante, pues la “neuronas del ojo son células aisladas, que transmiten puntos. Caracteres como la linealidad y la espacialidad”[12]. Y que el ser humano considera en toda reflexión visual. Se entiende como “construcciones de nuestro aparato receptor”[13]. Las innumerables informaciones que se perciben permiten la  “descodificación de informaciones tridimensionales gracias a la visión binocular”.[14]

    Las imágenes, puntos o rayos de luz percibidas por nuestras retinas deberán permanecer a cierta distancia, por lo que la lejanía o cercanía son factores importantes al considerar de qué manera está compuesta la forma. Como  “el segundo límite impuesto por el canal a la percepción visual es de orden fisiológico”[15], es esencial señalar que  “de la existencia de un espectro que cubre aproximadamente 70 octavas – desde los rayos gamma, de algunas decenas de picómetros, hasta las ondas hertzianas, que cubren miles de kilómetros -, los órganos de recepción visual son sólo sensibles a una zona media que cubre una sola octava, es esta banda  de estímulos, que van de 390 a 820 nanómetros , las que actúan sobre nosotros para provocar la sensación de ‘luz’, por medio de un aparato óptico que autoriza la proyección de los estímulos sobre la superficie  sensible que es la retina. Estas están compuestas por “dos tipos de células: los bastones (pigmentados por la ‘púrpura retiniana’) y los conos. Estas células están relacionadas con otras células que constituyen el nervio óptico, el cual llega al cerebro. Se puede, así, hablar de ‘sistema retinex’, compuesto de la retina y del cortex, o más  simplemente, del ojo y del sistema de  descodificación asociado con él”[16].

    También es preciso resaltar que al “límite cualitativo, se agregan otros dos límites cuantitativos estos son la intensidad sensorial y el orden temporal”[17]. Por un lado al primero se le denomina “intensidad sensorial”[18] y su explicación reside en que “existe un umbral mínimo y uno máximo de la excitabilidad visual”[19]. Y el segundo es de “orden temporal”[20], manifiesta que “la excitación no llega más allá de una cierta duración en la emisión del estímulo, duración llamada tiempo útil”[21]. Así  el sistema retinex “funciona no como una suma de excitaciones elementales y yuxtapuestas (o sucesivas), sino como un todo. Se concibe fácilmente que esta síntesis tenga lugar a nivel del cortex, es decir, del sistema nervioso central”[22]. Los estudios realizados por “la psicología de la forma, pone en evidencia que la percepción visual es indisociable de una actividad integradora”[23]. En otras palabras  “nuestro sistema de percepción está programado para desprender similitudes”[24]. Por otro lado está el límite, como sistema “apto para despejar las similitudes, pero también las diferencias. La diferencia es el primer acto de una percepción organizada”[25]. Este “sistema percibe el cese o el cambio de la cualidad translocal”[26].

    Este proceso biónico trata de la  “inhibición cruzada. Cada célula  fotosensible del ojo no se limita de la transmitir información a su neurona, sino que influye  (mediante las conexiones laterales de las que hemos hablado) en las neuronas vecinas. Esta influencia es una contra reacción que disminuye la sensibilidad de las células vecinas: se habla de inhibición lateral.

    En el caso que los conceptos de figura y fondo, “toda forma es una figura, pero no a la inversa”[27]. Como figura se puede explicar que es, por ejemplo, una mancha negra en un fondo blanco. De tal modo que pueda ser percibido por cualquier persona. No obstante “la noción de forma hace intervenir la comparación entre diversas ocurrencias  sucesivas de una figura, y moviliza la memoria”[28]. A esto se suma la expresión de que “no existe la forma hasta que sea decretado que una figura se parece a otras figuras percibidas”[29].

    Por otro lado, los colores en una mensaje visual dependerá “de dos cosas: de la física de los colores y del mecanismo de la percepción de éstos”,[30] lo cual conduce a percibir “color físico y color fenomenológico”[31]. Por lo tanto, el color según lo expuesto por los teóricos, es “reificación de la aprehensión de ciertos estímulos físicos ondulatorios por el sistema receptor”[32]. Más nítidamente, el color físico no es más que la “definición de su espectro “[33]. Esto se proyecta en  “todas las longitudes de ondas a las que es sensible el sistema perceptivo, la relación entre la cantidad de la luz recibida y la cantidad reflejada”[34]. El concepto de luz no esta relacionado directamente con el de alumbrado, pues se refiere a la luz que “interviene con el fin de determinar el color fenomenológico”[35]. Al hablar de color, es necesario nombrar las dimensiones que forman parte de esta “señal coloreada”[36]. Determinada por la “dominante coloreada, la saturación y la luminosidad (o brillantez)[37]. Los colores percibidos por nuestra vista se deben a que la mezcla de color se conduce a través de dos conceptos la “luz monocromática y la luz blanca (blanco energético). La proporción de estas dos luces determina la saturación de los colores”[38]. Existen innumerables cantidades de colores agrupados en “grandes familias, elaboradas de manera diferente según las culturas[39] y que autorizan lo que llamamos la “visión cromática absoluta”[40]. La última dimensión corresponde a la señal de “luminosidad, que mide su cantidad de energía radiante”[41]. El nivel de percepción que reciben nuestros ojos, sólo alcanza algunos fotones, debido a la sensibilidad de éste.

    Otra característica del sistema de percepción lo hallamos en la “figura igualizadora y la contrastiva”[42]. Por un lado el sistema igualizador, “permite que el ojo perciba  globalmente la señal  como una luz monocromática sensorialmente equivalente”[43]. Esta función se cumplirá independientemente de la curva espectral. En cambio, la propiedad del canal visual también presenta el “carácter discriminatorio, cuyos efectos son descritos por los fisiológicos bajo el nombre de antagonismo cromático”[44]. Esto se produce porque el sistema nervioso es sensible a los contrastes. El Groupe µ para explicar este fenómeno aclara que  “el ojo se vuelve menos sensible a un color repetido varias veces, pero hipersensible a una ocurrencia del color complementario”[45]. Por ejemplo, “El ojo que habiendo percibido una secuencia de diez acontecimientos verdes, detectará la mínima señal roja, aunque sea débil y diluida[46]. Ambas figuras coloreadas ya sean “figuraciones igualizadoras y contrastiva tienen repercusiones importantes sobre la percepción de la figura” [47], pues mientras la primera  “crea zonas de igualdad de estimulación, y la segunda, zona de desigualdad de estimulación”[48].

 

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Op. Cit., p. 51
[2] Ídem., p. 51
[3] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 52
[4] Ídem., p. 52
[5] Ídem., p. 52
[6] Ídem., p. 52
[7] Op. Cit., p. 53
[8] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 54
[9] Ídem., p. 54
[10] Ídem., p. 54
[11] Ídem., p. 54
[12] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 54
[13] Ídem., p. 54
[14] Op. Cit., p. 55
[15] Ídem., p. 55
[16] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993, Madrid, p. 55
[17] Ídem., p. 55
[18] Ídem., p. 55
[19] Ídem., p. 55
[20] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993, Madrid, p. 55
[21] Ídem pág. 55
[22] Op. Cit., p. 56
[23] Ídem., p. 56
[24] Ídem., p. 56
[25] Op. Cit., p. 57
[26] Ídem., p. 57
[27] Op. Cit., p. 59
[28] Ídem. P. 59
[29] Op. Cit., p. 60
[30] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993, Madrid, p. 63
[31] Ídem., p. 63
[32] Ídem., p. 63
[33] Ídem., p. 63
[34] Ídem., p. 63
[35] Op. Cit., p. 64
[36] Ídem., p. 64
[37] Ídem., p. 64
[38] Ídem., p. 64
[39] Al respecto sugiero leer a Umberto Eco sobre las distinciones del color blanco que hacen los esquimales, expuesto en su libro Tratado de Semiótica general.
[40] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 65
[41] Ídem., p. 65
[42] Op. Cit. 67
[43] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 67
[44] Ídem., p. 67
[45] Ídem., p. 67
[46] Ídem., p. 67
[47] Op. Cit., p. 68
[48] Ídem., p. 68