Para J.J. Goux, la pintura abstracta representa una disposición iconoplástica que deja secuelas en la actitud del sujeto que contempla las obras, por lo tanto sigue una ruptura que se manifiesta” frontal al sujeto focal, y luego al sujeto operativo”[1]. Desde la perspectiva de Goux incluso el “arte abstracto permite un juego indefinido de combinaciones que le confieren una productividad inédita, de ahí la noción de sujeto operativo”[2], que desde el estructuralismo moderno, hace viable el razocinio  concerniente a los objetos abstractos, relacionadas con realidades concretas, provocando  una ‘Especie de producción en el vacío’”[3]. Este proceso semiótico Goux lo considera como una “desemantización de lo percibido”[4] concordante con “Umberto Eco, cuando habla de “mensaje sin código”[5], al referirse al arte abstracto. Aun siendo más nítido Maurice Denis reconoce que en “todo cuadro figurativo hay un cuadro abstracto del cual el primero no es más que el pretexto”[6]. Por cuanto será el carácter operativo del espectador quien definirá lo abstracto o figurativo de un mensaje visual. Así, como señala el Groupe µ el mensaje visual de los  artistas como” Kandinsky, Floch de Mondrían y Van der Lek (…en su obra el…)[7] mensaje abstracto final deriva una  obra figurativa”[8]. Por otro lado, Paris “critica el enfoque epistemológico en que ha consistido la aplicación por simple calco del estructuralismo lingüístico al dominio visual, pues, este tipo de reduccionismo conlleva el riesgo de no ver más que lo que se lee, y de perder así lo que es específico de lo visual”[9]. Para aclarar esta idea nos podemos remitir a Lyotardano quien considera que en el plano visual podemos “distinguir diferencia y oposición: táctica humana para reprimir la diferencia – en principio fuera del sistema – estriba en integrarla al sistema, convirtiéndola en un polo de una oposición, lo cual transforma su estatuto , ya que es ‘recuperada’ y se vuelve inteligible”[10]. Complementariamente sostiene que “el sistema mismo no es dado, sino que ha sido construido progresivamente, localizando y estructurando diferencias. De hecho, no es más que un sistema integrado de diferencia”[11]. Así, y volviendo a Paris, “los mecanismos de ordenación se encuentran ya montados en el ojo, e incluso bien presentes en el gato y en la rana”[12]. Esto nos recuerda los estudios realizados por Varela y Maturana.

 

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 20
[2] Ídem., p.  20
[3] Ídem., p.  20
[4] Ídem., p.  20
[5] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 20
[6] Op. Cit., p.  21
[7] Texto entre paréntesis por el autor de la investigación.
[8] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, PP: 21
[9] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, PP: 22
[10] Op. Cit., p.  23
[11] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 23
[12] Ídem., p. 23