Es coincidente la observación de Lausberg y Fontanier con respecto a la Metonimia, comprenden sus desplazamientos de límites más allá del ámbito del contenido conceptual y la correspondencia, respectivamente; dan como denominador común una “vecindad semántica” [1]. Así las metonimias se reconocen ante las respuestas de “’ ¿por qué?’ (Relaciones causa/efecto y viceversa), ‘¿dónde? (metonimias de lugar, de continente y contenido), “de qué manera’ (relaciones entre cualidades y sus portadores)”[2].
En las relaciones de efecto por la causa encontramos, por ejemplo: “el autor en lugar de la obra (…), el productor por el producto (…), el propietario por la cosa poseída, (…) el patrón por la iglesia (…), la divinidad mitológica por sus atributos o por su esfera de influencia” [3]. En oposición, las metonimias elaboradas por la causa y su correspondiente efecto, está por ejemplo, “la ruina, en lugar de ‘personas o cosas que acarrean la ruina’” [4].
En las metonimias del continente por el contenido encontramos: “del instrumento por el que lo utiliza (…) y de lo físico en lugar de lo moral” [5].
En las metonimias ”de la cualidad en lugar del que la posee, o de lo abstracto en lugar de lo concreto”, se encuentran: [6]“del lugar por sus habitantes, del lugar de producción por el producto, de la marca por el producto” [7].
Por último, se encuentran las metonimias del símbolo, entre ellas están: “del símbolo por la cosa simbolizada (…), de las divisas por las que las llevan (…), y las denominaciones de las sedes por las instituciones” [8].
Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica
Autor: Christian Schaefer