Los argumentos casi lógicos “son parecidos a los razonamientos formales lógicos y matemáticos. Los argumentos que se sirven de relaciones lógicas (…) son: la contradicción, identidad total y parcial y la transitividad”[1].

La contradicción ”consiste en afirmar y negar una proposición en un mismo sistema. En los sistemas formales, ‘basta únicamente la combinación de signos para hacer indiscutible la contradicción’”[2]. Estos autores, Perelmen y Olbrecht,  distinguen entre contradicciones e incompatibilidades, mientras que las primeras “son tales por razones puramente formales, [3](las segundas, dependen) de su situación específica en el discurso”[4].

La identidad total y parcial se refiere a “la identificación de los objetos del discurso”[5]. Así la identidad total “se actualiza en las definiciones (…), cuando lo definido y (…) (la noción usada para definir) no pertenecen a sistemas formales y, por tanto, su correspondencia no es absolutamente evidente; (…) sin embargo, la identificación que se pretende establecer no es completamente arbitraria, y por ello, ‘da o puede dar lugar a una justificación argumentativa’”[6].

En la identidad total se distinguen cuatro definiciones: la normativa, la descriptiva, la de condensación y la compleja. La normativa “prescribe, en absoluto, el sentido que debe atribuirse a una expresión dada; la descriptiva indica el sentido que quiere utilizarse en determinadas circunstancias; la de condensación ofrece solamente los elementos esenciales de la definición descriptiva; la compleja combina las precedentes de distintas maneras” [7].

Por otro lado, la identidad parcial implica “una regla de justicia, que ‘exige la aplicación del mismo tratamiento a seres o a situaciones que pertenecen a la misma categoría’”[8].

Por último, dentro de los argumentos que se sirven de relaciones lógicas encontramos la propiedad de transitividad. Ésta se caracteriza en los “casos en los que se desea sostener su validez a pesar de la falta de evidencias incontestables: ha de modificarse entonces el principio (o limitar su aplicabilidad) para adecuarlo a las circunstancias o declararlo válido apoyándose en concepciones subjetivas”[9].

Por otro lado, en los argumentos casi lógicos que recurren a relaciones matemáticas son: “de la parte con el todo, de la oposición entre lo mayor y lo menor y de la frecuencia”[10].

Los argumentos basados en el principio de la inclusión de la parte con el todo se refieren a aplicaciones en lugares de cantidad. En este caso “el todo, que contiene a la parte, se considera más importante que ésta”[11]. En cambio, “en el todo como la suma de sus partes se obtienen argumentos de división (o partición): se examinan ‘por partes’ distintas alternativas y sobre ello se construye el razonamiento”[12].

En los argumentos de la oposición entre lo mayor y lo menor o de comparación, éstos “se basan en las relaciones de diferencia y de igualdad. Se distinguen de los de identidad y de analogía porque comportan una valoración de los objetos a través de su comparación”[13].

        Por último, en los argumentos casi lógicos que recurren a relaciones matemáticas se encuentran los de frecuencia. Estos razonamientos se basan en las probabilidades “este argumento puede actuar conjuntamente con los precedentes (de la comparación y del sacrificio, cuando se aplica a problemas de conducta”. Además, este tipo de argumentación [14]“fundada en la probabilidad requiere que los datos se reduzcan, si no a cantidades mensurables, al menos a ‘elementos que parezcan fácilmente comparables’”[15].

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 102.
[2] Op. Cit. 103.
[3] Texto entre paréntesis por el autor de la investigación.
[4] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 103.
[5] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 105.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Ídem.
[9] Ídem.
[10] Op. Cit. 102.
[11] Op. Cit. 107.
[12] Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 107.
[13] Idem.
[14] Op. Cit. 109.
[15] Op. Cit. 108.