La retórica o creatividad persuasiva que estudia los discursos basados en la verosimilitud, ha logrado su sitial científico gracias a la publicación en 1958, del “Traité de l´argumentation[1] de Perelman y Olbrecht – Tyteca”[2] y; unos pocos años después, por el Grupo µ con su Retórica General (1987), preocupándose de los aspectos argumentativos y ornamentales, respectivamente. No obstante, en nuestro parecer, estos neorretóricos mantienen y contribuyen a una esquizofrenia teórica de la cual la retórica no ha podido librarse.
Bien lo sintetiza Jordi Berrio en su teoría social de la persuasión al describir que:
«…la retórica contiene dos aspectos importantes: uno, que hace referencia al arte de persuadir y otro, al de embellecer el discurso. Las dos dimensiones han tenido una evolución y una valoración no parecida en el tiempo. Así como en la Grecia clásica se desarrollaron paralelamente, después, en el transcurso de la historia, se debilitó el aspecto persuasivo y permaneció, e incluso aumentó, el aspecto de la ornamentación del discurso”[3].
Esta disociación ha llevado a explorar el concepto de retórica en sus aspectos lógico-argumentativos por un lado y estilístico-ornamental por el otro. Este último ha dado origen a estudios aún más específicos, como es el caso de las figuras retóricas y tropos (ornatus), y de estos últimos, de la metáfora en una metaforología (como bien advertiría Umberto Eco en su Tratado de Semiótica General en 1995). Lo anterior, sólo ha servido para delimitar y acotar a su máxima estreches un mayor y más amplio campo de estudio asumido por los sofistas hace ya cerca de dos mil quinientos años.
Desde sus comienzos la retórica incluía diversas aristas, tanto es así que, no cabe duda, el primer intento occidental por “sistematizar teóricamente el proceso de comunicación (…) lo hallamos en los tratados de retórica”[4]. Sin embargo, su estudio asume una comunicación que no es inocua, está orientada a objetivos y para cumplirlos hace uso de la persuasión. El rol del sofista fue ayer lo que hoy es al publicista, pues “cumplían la misión que hoy desempeñan los publicistas y las Universidades populares. Se podría afirmar, sostiene W. Tatarkiewicz, que el sofista fue publicista y profesor”[5], y por lo tanto, su oficio el primer intento sistemático de una comunicación estratégica.
Es por esto que al intentar compartir cómo inciden, en las interpretaciones de la audiencia, la exposición a discursos persuasivos con estructuras trópicas, no reduciremos a contar nuestras experiencias a aspectos sólo estilísticos o argumentativos. Sino más bien circunscribiremos otras propiedades que dan forma al corpus retórico[6] y que en su origen advierten otros factores como los psicagógicos, los del orden del discurso, el de las circunstancias o del contexto, de la arbitrariedad del signo, de la pragmática, entre otros. Que desarrollaremos en el transcurso de diversas discusiones intelectuales. Lo anterior nos permitirá considerar un corpus retórico como proceso sistematizado de comunicación estratégica, por lo que esta entrega de reflexiones si bien intentará describir el efecto[7] de estructuras de mensaje, no excluirá los otros elementos que conforman la propuesta sofística de proceso de comunicación orientado a objetivos.
Si admitimos la relación entre comunicación estratégica y retórica; la primera, es una comunicación aplicada para la obtención de objetivos pragmáticos[8], y la segunda, se refiere a la metodología o los medios con que se lograron esos objetivos, su complementariedad se presenta, en la primera como técnica y la segunda como ciencia.
Como invitación, en estas discusiones pretendemos extraer el aporte de la retórica desde sus orígenes y complementarlo eclécticamente con las apreciaciones posteriores de varios pensadores, entre los cuales se destacan Empédocles, Protágoras, Gorgias, Córax, Tisias, Cicerón, Quintiliano, Lausberg, Fontanier, Perelman y el Grupo µ, entre otros; desde los cuales intentamos actualizar el corpus retórico desde sus bases sofísticas.
Por otro lado, cabe convenir que aun siendo troncal el desarrollo de la retórica en nuestro trabajo laborar e intelectual, también hemos considerado profundizar en los estudios sobre la persuasión abordados desde la psicología social, la comunicación, la gestión comercial, la publicística y la semiótica que se desarrollan hace sólo unos pocos años atrás en proporción a la retórica. Al respecto, revisaremos los aportes de Heinz Von Foerster, Humberto Maturana, Paul Watzlawick, Gregory Bateson, Juan A. Magariños, Umberto Eco, Charles Morris, Philip Kotler, Alejandro López, por mencionar sólo algunos.
Sin embargo, la distribución de las materias tratadas pretenden dar cuenta de manera actualizada y coherente, la comprensión del fenómeno que intentamos compartir. Para ello, hemos abordado temas concernientes a retórica y epistemología, retórica y psicología social, retórica y comunicación estratégica, retórica, retórica y tropos, y por último, retórica y semiología.
Para finalizar, advertimos a nuestros amigos que la extensión de los distintos apartamos no son proporcionales ya que el criterio de contenidos y nivel de profundidad está dependido de los objetivos que pretende cumplir cada reflexión en sí misma. Así, por ejemplo, en temas como retórica y tropos abarcan gran parte del marco teórico a diferencia de otras ciencias que sólo fueron abordadas en la medida que contribuyeron a complementar y profundizar el mismo tema de retórica y comunicación estratégica orientada a generar cambios de interpretación en los públicos objetivo según el orden de sus mensajes persuasivo, en este caso, por medio de confecciones trópico-figurativas.
La aplicación de estos temas más allá de su validez científica demostrada hace más de 10 años cobra importancia en la producción de estrategias comunicacionales en el mundo laboral e industrial.
[1] El título en cursiva corresponde a quien escribe esta introducción
[2] Citado por Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Cátedra, Madrid, año 1991, Pág. 7
[3] Jordi Berrio, Teoría social de la persuasión, Editorial Mitre, Barcelona, año 1983, Pág. 35
[4] Alejandro López y cols., Introducción a la Psicología de la Comunicación, Ediciones Universidad Católica de Chile, año 1995, Pág.17.
[5] Citado por Bruno Rychlowski, Lecciones de Filosofía, La Gratitud, Santiago, año 1978, Pág. 37.
[6] Sin desatender la herencia intelectual de los sofistas.
[7] El concepto de efecto lo definimos como proceso interactivo y no lineal, así como lo distingue el antropólogo Gregory Bateson.
[8] Ver Charles Morris y sus dimensiones de análisis del signo.