Visto lo anterior, los esfuerzos del lenguaje inciden en la comunicación, al respecto es “imposible no comunicar, tampoco es posible no metacomunicar, puesto que la metacomunicación constituye en sí una comunicación”[1]. Como metacomunicación consideramos también los “gestos, la voz, las posturas, los movimientos y el contexto”[2], los cuales aprueban los mensajes emitidos y se da una relación por lo que “mientras más espontánea es una relación. El aspecto conativo es más implícito. Una relación perturbada se caracteriza por una constante lucha acerca de la relación y el aspecto de contenido pasa a segundo plano”[3]. Por lo mismo, la “metacomunicación permanece generalmente implícita”[4], pero en ocasiones se puede hacer explícita. Todo dependerá del “contexto, para entender una comunicación”[5], puesto que no es lo mismo “desnudarse en el dormitorio que desnudarse en la calle”[6].

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




[1] Op. Cit. 175
[2] Ídem
[3] Alejandro López y cols. Introducción a la Psicología de la comunicación, Ediciones Universidad Católica de Chile, 3º Edición 1995, PP:175
[4] Op. Cit. 176
[5] Ídem
[6] Ídem