Con respecto a las reglas familiares y por ende a las interacciones de sus miembros, Bateson (1951) afirma que “toda comunicación tiene un aspecto referencial o de contenido y un aspecto conativo o relacional”[1]. Así el aspecto referencial que se refiere “acerca de los objetos, hechos, opiniones sentimientos, experiencias, etc., y corresponden al contenido del mensaje. Por ejemplo: Hoy está lloviendo”[2]. Por otro lado, “el aspecto conativo de la comunicación es aquella instrucción implícita en todo mensaje que indica cómo debe ser entendida esta información; es aquella instrucción que define la naturaleza de la relación entre los comunicantes. El aspecto conativo del ejemplo anterior podrá ser parafraseado de la siguiente manera: al decirte ‘hoy está lloviendo’ (y decírtelo en esta forma particular), tu me debes ver a mí como un amigo (o enemigo, desconocido, etc.) en relación a ti”. En general, se acepta que el aspecto relacional clasifica al aspecto referencial y es, por lo tanto, una metacomunicación”[3] . Estas relaciones, según lo establecido por Bateson se denominan reglas y éstas determinan y delimitan el comportamiento del ser humano, independiente si éstas reglas son aceptadas o rechazadas por sus miembros. En relación con lo recientemente expuesto se da el caso que “las reglas familiares pueden ser inferidas a partir de los patrones redundantes de comportamiento que se observan en la interacción de los miembros de una familia”[4]. Para comprender el comportamiento descrito según patrones es necesario deducir las normas generales de una familia. En resumen “la regla es una inferencia, una abstracción, una metáfora acuñada por un observador para describir las redundancias que observa en una interacción”[5]. Al hablar de norma o regla es importante señalar los mecanismos homeostáticos, los cuales “operan restringiendo el comportamiento para adaptarlo a la norma. Los mecanismos homeostáticos son comportamientos que delimitan la fluctuación de otros comportamientos en torno a la norma. Cuando un comportamiento se desvía de la norma, los mecanismos homeostáticos (gestos, verbalizaciones, movimientos, etc.) operan para restringirlo al rango permitido por la norma; restituyen el equilibrio”[6].
Jackson hace distinción entre regla y rol, explicando como primer punto el rol, el cual “constituye una definición cultural a priori de ciertos comportamientos individuales que deberían presentar los miembros de una familia”.[7] Y como segundo punto las reglas, de éstas “se infiere a partir de la observación de patrones interaccionales de comportamiento en un sistema particular familiar”[8].
Referente a lo mismo los investigadores “Watzlawick, Beavin y Jackson”[9] establecen que la “comunicación, en su sentido más amplio, está tan gobernada por reglas como el lenguaje natural es determinado por su gramática y su sintaxis”[10]. La interacción, en tanto “se basa en algo similar a un código, una gramática, un cálculo”[11]. Esto hace que los miembros “estén sujetos a obedecer, en mayor o menor medida, este cuerpo general de reglas de la comunicación“[12]. Sin embargo, sucede que los integrantes o los sometidos a esta regla no se dan cuenta que éstas existen y que rigen sus interacciones cada vez que se desea comunicar.
Como consecuencia “la gramática o cálculo de la comunicación, muestran cómo estos axiomas determinan la interacción humana y describen los tipos de patología que surgen cuando estos axiomas son violados”[13].
Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica
Autor: Christian Schaefer
[1] Op. Cit. 151
[2] Alejandro López y cols. Introducción a la Psicología de la comunicación, Ediciones Universidad Católica de Chile, 3º Edición 1995, PP:152
[3] Op. Cit. 152.
[4] Op. Cit. 153
[5] Ídem
[6] Op. Cit. 154
[7] Alejandro López y cols. Introducción a la Psicología de la comunicación, Ediciones Universidad Católica de Chile, 3º Edición 1995, PP: 155
[8] Ídem
[9] Ídem
[10] Ídem
[11] Ídem
[12] Ídem
[13] Ídem