La  conjetura planteada por la  “estética informacional”[1]  se debate entre “la distinción de  informaciones semántica y estética”[2]. Existen dos realidades, las cuales son confusas. Estas confusiones se debaten entre información semántica y realidad estética. En ambos conceptos “todo mensaje está compuesto en realidad por dos mensajes superpuestos. El primero, mensaje semántico, es una ensambladura de signos codificados, integralmente traducibles, mientras que el segundo, mensaje estético, es la ensambladura de las variaciones sufridas por la Gestalt, la cual permanece, no obstante, identificable”[3]. A partir de la percepción se produce el “goce provocado en el receptor, que percibe y experimenta. La originalidad, estaría basado en este rico mensaje estético”[4]. Moles, plantea el siguiente ejemplo, “el de la letra A, unidad gráfica codificada que vehiculiza la misma información semántica bajo una gran multiplicidad de variantes tipográficas. De hecho, en este ejemplo, los dos aspectos pertenecen a sistemas diferentes: por un lado, un repertorio manifiestamente discreto y codificado; por el otro, las variantes que, aunque continuas y libres, no dejan por ello de constituir un  sistema”.[5]. Por cuanto podemos inferir que “existe una estética de lo semántico, el término estética tomado en el sentido preciso que compromete nuestra participación efectiva.

    Si bien el orden de datos y significación podría estar dado por una “propiedad de la cultura y no de la naturaleza”[6]. Sucede que en esta última se dan dos características que actúan equivalentemente, lo igual y lo diferente. No obstante, “la imposición del orden tiene lugar durante la percepción, y resulta de las especialidades del cerebro, que no es capaz de asimilar tal diversidad sin simplificarla”[7]. Facilitando su deducción o interpretación. Partiendo sobre esta premisa “los psicólogos de la forma, afirman que las formas no existen por ellas mismas, sólo son percibidas”, el cual defiende, “el principio apolíneo según el cual el orden – aquí sinónimo de forma -, es una propiedad del espíritu humano, es, en el último análisis, un modelo. Llamando orden a la coincidencia (…) Pues será el lector el que hace la lectura”[8]

 

Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica

Autor: Christian Schaefer




 

[1] Op. Cit. 34
[2] Ídem., p. 34
[3] Ídem., p. 34
[4] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 34
[5] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 34
[6] Op. Cit., p. 36
[7]  Ídem., p. 36
[8] Groupe, Tratado del signo visual, Ediciones Cátedra, S.A., 1993 , Madrid, p. 37