La epistemología tal como la conocemos hoy podríamos se remontarla desde los primeros postulados por Platón, el cual “rechazaba a los sentidos como un medio para acceder a la verdad. Señalaba específicamente que los sentidos son una distracción del conocimiento”[1], ya que sólo podía ser alcanzado por la razón, siendo este pensamiento llamado más tarde racionalismo. Posteriormente, Aristóteles por su parte, “sí valoró los aportes al conocimiento que pudieran entregarle sus sentidos”[2] ya que para él, el conocimiento se adquiere del mundo exterior y el instrumento por el cual podemos captar esta información son nuestros sentidos dando origen a los primeros postulados del empirismo. Por lo que las corrientes racionalistas y empiristas son las primeras aproximaciones a una ciencia del conocimiento. Lo anterior nos permite inferir que aunque el sensualismo sofístico es considerado desde el empirismo este también es soslayado por la propia lógica aristotélica.
Las bases epistemológicas de la retórica podrían encontrarse desde la aparición de dos tradiciones intelectuales en tiempos de la Grecia antigua, estas
“eran la corriente lógico-científica, por un lado, y la dialéctico-retórica, por otro. Las dos provenían del árbol común del pensamiento mítico de la época arcaica y de las tradiciones orientales; las dos, de una manera más próxima, venían de la tradición de la poesía épica, de la corrientes religiosas y para-religiosas, tales como la pitagórica de los físicos jónicos y de la primera tradición metafísica parmeniano-heraclítica«[3].
La corriente «lógico-científica se fundamentaría en los intentos de adquirir conocimientos apodícticos y asertórico”[4], desde esta perspectiva nacerían posteriormente “la medicina y la astronomía (…) y las ciencias formales como la matemática y la lógica”[5]. Los mejores exponentes de esta perspectiva serían los postulados filosóficos de platón, y posteriormente, de Aristóteles.
Como dijimos antes la otra corriente es la dialéctico-retórica, la cual “está basada en la obtención de acuerdos y de opiniones”[6]. Este ángulo intelectual “intenta penetrar en unos dominios en los que no se pueden hacer afirmaciones que tengan aspiraciones de verdad o mentira en abstracto, sino que es preciso articular los razonamientos en el reino de la contingencia, de la particularidad y, a menudo, de la subjetividad»[7]. Sus representantes serían los sofistas y relativistas Gorgias y Protágoras.
Como bien describe Jordi Berrio, desde sus orígenes la visión retórica-dialéctica “no se desarrolló y la retórica permaneció, en la Edad Media, como una simple doctrina de orden y del embellecimiento del discurso”[8], debido al mayor desarrollo de la corriente “platónico-aristotélica, la decadencia de Atenas y la democracia, el desmembramiento de la ‘polis’ griega en la nueva etapa de la monarquía macedónica, la extensión del cristianismo por el occidente europeo”[9], entre otras. Dicho lo anterior, si bien reconocemos el valor epistemológico de la retórica sólo intentaremos profundizar en los aspectos más relevantes para esclarecer cómo enfrentaremos nuestro supuesto investigativo.
Si bien la disyuntiva entre el racionalismo y el empirismo parecen irreconciliables no es hasta los postulados del científico alemán Immanuel Kant (1724 – 1804), que logra conciliar estas corrientes aparentemente sustituibles. Para Kant “¿el mundo es exactamente como lo percibimos o es como se presenta a nuestra razón?”[10], a lo cual responde que “no es sólo la conciencia la que se adapta a las cosas, sino que las cosas también se adaptan a la conciencia”[11].Para llegar a obtener el conocimiento “hay dos cosas que contribuyen a cómo las personas perciben el mundo. Una son las condiciones exteriores, de las cuales no podemos saber nada hasta que las percibimos.”[12] Aquí nuestros sentidos juegan un papel importante para descifrar las interrogantes y la segunda condición “son las condiciones internas del mismo ser humano”.[13] Este proceso recibe el nombre de “forma del conocimiento”[14].
La postura kantiana al reconocer una interacción entre la razón y los sentidos deja implícito el relativismo postulado por protágoras. Interacción que determinaría la obtención de una verdad individual.
Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica
Autor: Christian Schaefer