A diferencia de las pruebas por inducción que en Aristóteles sólo consideran el ejemplo. Perelman y Olbrechts-Tyteca diferencian tres tipos de argumentos: Ejemplo, ilustración y modelo.
En este caso el ejemplo se manifiesta cuando “…la descripción de un fenómeno o la narración de un suceso se introduce en una argumentación con el fin de fundamentar una regla (…), y para asumir tal función deben ser incontestables”[1].
Los argumentos por ilustración son “…cuando refuerzan ‘la adhesión a una regla conocida y admitida, aduciendo casos particulares que esclarecen el enunciado general (…), lo que exige de ellas no es tanto una evidencia indiscutible como la capacidad de ‘impresionar vívidamente la imaginación y atraer la atención”[2].
Y por último el modelo “(cuya contrapartida negativa es el antimodelo) es el equivalente del ejemplo y de la ilustración en el ámbito de la acción práctica: es el conjunto de conductas (o de atributos de un ser cualquiera) sobre el que se puede fundamentar o ilustrar una regla general de conducta”[3].
Extracto del texto Original: Retórica y Comunicación Estratégica
Autor: Christian Schaefer